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6 de septiembre de 2008

Y ESO QUE TE DIJE DIME, SINO NO ME DIGAS NADA

Existe el mito urbano de que en nuestras escuelas para cubrir las diferentes asignaturas se ubican personas con el perfil requerido por la Secretaria de Educación Pública establecido en su estructura profesiográfica. Igual se escucha y lee el discurso de que lo más importante es lo académico, o sea ¡que en la escuela los haceres y quehaceres sí importan!

En las escuelas, un espacio curricular tiene por nombre Formación Cívica y Ética, que se supone debería ser relevante en tanto el perfil de egreso que se pretende en los jóvenes y por el desempeño de sus docentes. En ocasiones esta asignatura no es de gran importancia para los directivos como pudieran ser el Español y las Matemáticas; y si lo llegaran a ver medianamente relevante, algunos lo comprenden desde una mirada del mundo construida hace más o menos 40 años. Se esperaría que por todos los cursos que reciben, por ejemplo en Puerto Vallarta (lo menciono solo por ser de los más cosmopólitas) mínimamente conocieran o manejaran los propósitos y perfiles de la Educación Básica, de su propio nivel, de cada asignatura y los de egreso. Pero cotidianamente la realidad se torna triste y gris, ergo no saben lo que se busca con cada materia, y si lo creen saber es al nivel de la intuición: ¡que sepa leer!, ¡que resuelva problemas matemáticos!, ¿qué desarrolle proyectos?, ¿que los saquen a jugar?, ¡creo que es…. que respeten las reglas!

El espacio para la Formación Cívica y Ética regularmente es concebido, por una cierta fauna que compone a las escuelas, como el medio para que los jóvenes aprendan a adaptarse a los valores hegemónicos, las normas vigentes, y a las exigencias de quienes producen, consumen y legitiman el discurso. Igualmente lo conciben como el lugar propicio para inculcar dogmáticamente una moral. Pero también pretenden hacer creer que la cívica se reduce a enunciados sobre derechos y obligaciones, amén de la construcción del sentimiento patriótico.

Desde una lógica indagatoria deberíamos preocuparnos por entender claramente que la moral es el objeto reflexivo de la Ética. Entonces enseñar Ética es enseñar saberes que permitan fundamentar racionalmente principios de valor y normas para la acción; entonces el lenguaje, la acción, las intenciones, los motivos, los efectos y sus mecanismos de legitimación se convierten en objetos naturales de intervención para la Ética. En consecuencia debemos de mediar las socializaciones para incidir en la formación de personalidades autónomas y dialogantes, esto es, que aprendan a construir libre y autónomamente, sin otra ley que la de la razón, los valores y las normas. Igualmente que aprendan a resolver dialógica y argumentativamente los conflictos de valores, a respetar opciones diferentes y a convivir en una pluralidad de valores sin renunciar a la defensa de los valores comunes. Todo esto trae como consecuencia el aprender a conocerse y a valorarse desde principios de juicio responsable y solidario, solo posible a través de la coherencia, la autoestima, la creatividad,, el pensamiento crítico, y los deseos, para así estimular los principios de la autorregulación.

Ahora, enseñar Cívica implica enseñar saberes específicos que permitan contar con principios racionales para la construcción de la participación democrática plural y para la crítica racional de los modos histórico-sociales que permiten o impiden esta participación, para así construir una ciudadanía responsable y solidaria con sujetos capaces de respetar las diferencias, de dirimir los conflictos en el marco de la ley y la justicia, de dialogar con razones, de buscar consensos y respetar los disensos, cristalizado todo lo anterior en una convivencia justa.

Resumiendo, la enseñanza de la Cívica y Ética debe ser una formación racional, crítica y argumental sobre el punto de vista moral, la convivencia democrática, el estado de derecho, la participación política, la responsabilidad social, la diversidad, la solidaridad y la búsqueda del bien tanto individual como común.

Para todo lo anterior sí debería buscarse el perfil del profesor y no solamente como un requisito administrativo burocrático. Pero en fin, estas son las exigencias de dicho espacio curricular, igual y todo lo mencionado no interesa en cuyo caso sigan haciendo lo mismo de siempre, sacar a los niños para cualquier evento y no atender a una normativa de convivencia establecida, no hacer responsables a los niños de su proceso, justificarlos desde razones no justificables pero si rentables para el rating, sustituirles el proceso pedagógico y volverlo una cuestión pragmática de puntos; o lo que sea, pero mejor nada, sigan en su onanismo mental.

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