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20 de febrero de 2014

UNIDADES DE INVESTIGACIÓN ESCOLARES


DATOS GENERALES DE LA PONENCIA

  • TIPO EDUCATIVO (EDUCACIÓN BÁSICA)
  • TEMA 3.-  ¿CÓMO ORGANIZAR LA ESCUELA DE EDUCACIÓN BÁSICA PARA QUE SEA EFICAZ?

SUBTEMA 1.- LA ESCUELA, EL CENTRO DEL SISTEMA EDUCATIVO. TRANSFORMACIONES NECESARIAS EN LA ORGANIZACIÓN DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS.

  • REGION 3
  • CREACIÓN DE UNIDADES DE INVESTIGACIÓN ESCOLARES
  • AUTOR: DR. IGNACIO IVÁN GONZÁLEZ ANAYA


 

  • La presente ponencia tiene como propósito el plantear una alternativa real de desarrollo en el sistema educativo, visualizando a la escuela como el centro medular del sistema educativo. Lo central de este trabajo versa en función al entendimiento de que mucho de lo que pasa y no sucede en la escuela no es filtrado por los cedazos del análisis y sistematización, sino que se queda a nivel de lo anecdótico. En relación a lo anterior es que se propone aprovechar  los recursos con los que cuenta cada escuela en términos de formación profesional y de post grado de sus actores para así construir un espacio (en cada escuela) dedicado a la investigación de lo que en ella se hace, para con ello definir rumbos a nivel centro escolar, pero también para generar datos que a los centros de formación continua escuelas formadoras les sean significantes para la construcción de sus programa y planes de estudio respectivamente.

 

 

UNIDADES DE INVESTIGACIÓN ESCOLARES

Conceptualizar a la escuela como el centro del sistema educativo y pensar en ello como vía para visualizar y concretizar las transformaciones necesarias en la organización de los sistemas educativos, nos lleva a pensar primeramente en que ¡algo pasa que es necesario transformar y es desde la escuela!  Entonces ¿Qué es lo que en ellas ocurre? Pero, si algo ocurre no es por generación espontánea, es decir, ¿quiénes la integran y qué hacen para que eso suceda?  Y finalmente, eso que ocurre y esos que la integran ¿están aislados del mundo? Es en relación a esto mencionado que versará nuestra propuesta

¿QUÉ PASA EN LAS ESCUELAS?

 Frente a esta pregunta que suelen hacerse (en el mejor de los casos) padres de familia,  funcionarios públicos de la SEP y los intelectuales orgánicos al servicio del Estado, solo nos queda contestar (a nosotros l@s maestr@s)  con tremenda claridad y contundencia: ¡pasa de todo!

Si, de todo. No solo malo, sino que lo que ocurre en las escuelas va de lo malo, pasando por un abanico de gamas valorales hasta llegar a lo excelente. ¿Pero cómo es posible? se preguntaran algunos, pues sí, así de sencillo y de complejo. En un polo del abanico existencial pragmático de las escuelas se sitúan instituciones con resultados y prácticas deficientes. En el extremo opuesto encontramos escuelas con experiencias exitosas tanto en lo que hacen, como en el cómo lo hacen y sus productos. En el espacio entre un polo y otro sobreviven muchas instituciones tratando de conseguir diferentes resultados poniendo en ejercicio diferentes accionares.

Frente a la anterior situación parece que algo no ha quedado claro (ni a los funcionarios de la SEP, ni a los representantes del gremio, ni a los que conforman esas instituciones y que finalmente sería algo en lo que deberíamos coincidir y actuar en función a ello) y es que el común denominador de la mayoría de las escuelas es la no sistematización de lo que le da cuerpo y forma a esa construcción social diaria laboral- académica- formativa- experiencial. Todo lo que ocurre en las instituciones sean exitosas, en proceso del logro o aquellas que requieren apoyo, todo se queda a nivel anecdótico, es decir, el único filtro por el que ocasionalmente se visualiza lo hecho es la experiencia y el análisis de radiopasillo.

¿QUIÉNES INTEGRAN LAS ESCUELAS?

Imaginen ustedes lo siguiente: escuelas construidas o fundadas hace 30 años o más, maestr@s con años de servicio idénticos a los de las instituciones (pero de edad andan sobre los 55 ó 60 años), con butacas de esa misma longevidad, pero con alumnos actuales, modernos, activos, propositivos y provenientes de familias nucleares, uniparentales o extendidas con reglas de organización diferentes a las de hace 50 años (donde fueron formados much@s de l@s maestr@s de esas escuelas).

Ahora piense esas mismas escuelas pero con profesor@s que llegaron hace 20 años (y que actualmente cuentan con 40 – 45 años de edad) formados con Licenciaturas, Maestrías y Doctorados, conviviendo con la plantilla fundadora de la institución y con los jóvenes-alumnos y papás actuales.

Finalmente agréguele a lo anterior, la llegada de docentes con 5 años de haber egresado de sus escuelas formadoras y que obtuvieron sus plazas por examen de oposición, con esquemas de formación muy parecidos a los de los jóvenes actuales, sin experiencia laboral pero sí con una gran experiencia vivida en este tipo de escuelas (debido a sus trayectos pedagógicos).

Frente a lo anterior podríamos argumentar que lo que hay en las escuelas es muy variado, con una gama muy amplia de historicidades y trayectos de formación, lo que sin duda aporta muchos elementos (si se sistematizaran esos datos y se generaran triangulaciones entre escuelas-maestros-prácticas) como para sólo reducir su entendimiento en algo muy simple como es el saber cuántos maestros hay en las escuelas y cuál es su nombramiento.


¿CADA ESCUELA Y SUS INTEGRANTES ESTÁN AISLADOS DEL MUNDO?

Si bien algunas de las escuelas pareciera que se construyeron desde su mito fundacional bajo la egida del ostracismo, también es cierto que en varias de ellas existen maestr@s que han tenido la fortuna de ampliar sus horizontes a partir de haber adquirido nuevas miradas desde niveles de estudio diferentes. Pero de estos también existe una gran variedad.

 Existen compañer@s que si bien han obtenido los grados de maestría y doctorado, su principio rector de la actividad no es el deseo por la investigación; muy lejano a ello ha sido la motivación (pero legítima en tanto el sistema lo ha promovido y permitido) por la obtención del título y: los puntajes escalafonarios propios para promoverse de posición. No digo que a los demás no nos sean de utilidad esos puntos, claro que sí los son pero en muchos nuestra actividad rectora tiende a la formación continua como medio para el acceso a la construcción de redes de conocimiento. Así, habrá docentes con cualquiera de los dos grados que regresan a sus aulas (en el mejor de los casos que fueron becados) felices para seguir haciendo lo que les gusta hacer: dar clases, pero igual que siempre (cosa que los hace más felices pues su espacio de confort sigue ahí, pero ahora fortalecido por un título). Por otro lado encontramos a l@s profesor@s que al llegar a sus centros de trabajo después de haber estudiado estos niveles (durante los cuales se han deconstruido, construido y reconstruido),  observan que todo sigue igual, que las dinámicas los tratan de absorber, plantean proyectos y los mismos son rechazados, escriben y nadie los lee, finalmente llegan a la conclusión que “su reino no es de este mundo” y se resignan a morir en su cruz a partir de un largo calvario a la jubilación. Muchos de estos segundos docentes tienen la capacidad creativa para la investigación y la innovación, pero lo que el sistema y ellos no se percatan es que en las escuelas la toma de decisiones esta núcleo-centralizada. Por otro lado pensar en que podrían ser cooptados por las esferas de la estructura institucional rectora de la educación, resulta igualmente difícil.

 

LA ESCUELA, CENTRO DEL SISTEMA EDUCATIVO.

Pensar en la Escuela como centro del sistema nos parece interesante en términos de los antecedentes comentados, es decir, creemos que desde allí se pueden y podrían generar muchos de los rumbos que el sistema educativo nacional debiera de tomar para el planteamiento de sus directrices.

1.- Proponemos que la escuela (cada escuela) se convierta en una célula de investigación. En otras palabras que cada centro educativo cuente con una UNIDAD DE INVESTIGACIÓN con sus propios docentes de base, desde dónde se puedan analizar y sistematizar los quehaceres y resultados cotidianos, para así entender los elementos que hacen a ciertas escuelas exitosas y a otras no tanto, y  poder construir rumbos reales desde la circunstancia propia de cada escuela. En pocas palabras esta idea busca lo que regularmente no se hace y de lo que carece el sistema de educación básica: investigación y producción científica enfocada al desarrollo del quehacer educativo desde el aula y para el aula.

2.- Planteamos en relación a lo anterior ¿qué pasaría si en cada centro de trabajo (entiéndase escuela) la Secretaria de Educación (a partir de identificar los Masters y Doctores con capacidad de Investigación y producción intelectual) creara estas unidades de investigación y que estos estuvieran avalados por el SNI cubriendo ciertos requisitos e investigaciones? ¿Podría la Secretaría con todos los Masters y Doctores con los que cuenta, formar un sistema de investigadores a partir de ciertos requisitos y características, y generar investigación (cosa que no se tiene) a partir de problemáticas detectadas en cada centro?

3.- Sostenemos que mucho de lo que no ocurre en las escuelas para su transformación pasa por la lógica de las instituciones núcleo centralizadas y que lo que ocurre de excelencias se filtra por las voluntades individuales a partir de las coincidencias de visiones ontológicas, gnoseológicas, epistémica y teleológicas sobre el quehacer diario en el medio educativo. ¿Qué pasaría si conjugamos los dos puntos anteriores de esta propuesta? Sostenemos que se podría generar una dinámica de real comunicación del sistema en general. Seamos realistas, imaginemos Centros escolares con unidades de investigación propias, con investigadores del fenómeno en sitio, con datos y elementos que podríamos cruzar, comparar, subordinar, priorizar frente a determinados propósitos a lograr. Pero sobre todo, las Escuelas Normales encontrarían su razón de ser en el sentido de que los datos ahí obtenidos les serían más que útiles para orientar sus planes de estudios; las instituciones de Formación Continua tendrían una gran beta para la organización real de sus cursos de actualización. Se dinamizaría el trabajo colegiado en cada escuela, la cual encontraría en el análisis la razón de ser de los cambios y no sólo en disposiciones institucionales para decretar la calidad y actualidad de la educación básica que no llevan en la mayoría de los casos a la afirmación “ah sí es lo mismo de antes pero con otras palabras”.

Así, nada sería igual a lo de antes y todo cambio partiría de las necesidades sentidas de cada institución y se alcanzaría la verdadera contextualización. Por ello entonces, aprovechemos los recursos con los que ya contamos en cada institución y permitámosle tener voz a los que desde las aulas, sólo hablan para sí mismos.