Por:
Dr. Ignacio Iván González Anaya
Específicamente
hablando del gremio magisterial habrá compañer@s que si bien han obtenido los
grados de maestría y doctorado, su principio rector de la actividad no es el
deseo por la investigación; muy lejano a ello ha sido la motivación (pero legítima
en tanto el sistema lo ha promovido y permitido) por la obtención del título:
los puntajes escalafonarios propios para promoverse de posición. No digo que a
los demás no nos sean de utilidad esos puntos, claro que sí los son pero en
muchos nuestra actividad rectora tiende a la formación continua como medio para
el acceso a la construcción de redes de conocimiento. Así, habrá docentes con
cualquiera de los dos grados que regresan a sus aulas (en el mejor de los casos
que fueron becados) felices para seguir haciendo lo que les gusta hacer: dar
clases, pero igual que siempre (cosa que los hace más felices pues su espacio
de confort sigue ahí, pero ahora fortalecido por un título). Por otro lado
encontramos a l@s profesor@s que al llegar a sus centros de trabajo después de
haber estudiado estos niveles (durante los cuales se han deconstruido,
construido y reconstruido), observan
que todo sigue igual, que las dinámicas los tratan de absorber, plantean
proyectos y los mismos son rechazados, escriben y nadie los lee, finalmente
llegan a la conclusión que “su reino no es de este mundo” y se resignan a morir
en su cruz a partir de un largo calvario a la jubilación.
Muchos de estos
segundos docentes tienen la capacidad creativa para la investigación y la
innovación, pero lo que el sistema y ellos no se percatan es que en las
escuelas la toma de decisiones esta núcleo-centralizada. Si no eres
amigo-compadre-tapadera del jefe, los proyectos no pasan. Por otro lado, pensar
en que podrían ser cooptados por las esferas de la estructura institucional
rectora de la educación, resulta igual de difícil, pues nos damos cuenta que
algunos de los que están en determinados puestos hacen un buen trabajo por
cuidar su espacio solo para seguir ganando su cheque, sin saber gestionar
recursos que llegan desde el contexto nacional e internacional para desarrollar
proyectos de investigación en beneficio de la educación.
Pensemos de forma
diferente: ¿qué pasaría si en cada centro de trabajo (entiéndase escuela) la
Secretaria de Educación (a partir de identificar los Masters y Doctores con
capacidad de Investigación y producción intelectual) creara núcleos de
investigación y que estos estuvieran avalados por el SNI a partir de ciertos requisitos
e investigaciones? ¿Podría la Secretaría a partir de todos los Masters y
Doctores con los que cuenta, formar un sistema de investigadores a partir de
ciertos requisitos y características, y generar investigación (cosa que no se
tiene) a partir de problemáticas detectadas?
Hoy el Presidente
Enrique Peña Nieto declara “A partir de la Reforma Educativa la dinámica de la
enseñanza se va a transformar” Milenio.com 23/07/13 14:32. Frente a esta
noticia un Master o un Doctor estaría obligado –mínimo- a lo siguiente:
1. Analizar
el discurso y darse cuenta de la mirada causal que lo determina.
2. Preguntarse
si el concepto “dinámica” es sinónimo de “prácticas” y si esto es así entonces
cuestionar la idea de homogeneidad vs. la de heterogeneidad en el quehacer
práctico-formativo-fundacional de cada maestro mediado por las dimensiones
espacial-geográfica y temporal-histórica.
3. Finalmente
otros llegaríamos a la conclusión de que el decir del Presidente está basado en
una idea Monolítica de la Identidad. Podríamos investigar y entender que la
identidad es la piedra angular (o base epistémica) desde la cual los docentes esgrimimos
nuestras mejores y peores armas en el quehacer educativo, y que entonces las
reformas deberían de ir primero a entender las múltiples identidades docentes y
después dirigir los esfuerzos a la consolidación de una nueva identidad (no
monolítica y sí dinámica, no homogénea y sí multicultural) docente, todo
acompañado de procesos de actualización varios.
En fin solo son ideas,
espero que estas lleguen a estimular ese algo que permite poner en acción
nuestros quehaceres. Gracias.