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11 de junio de 2009

DE INFLUENZA Y MALAS INFLUENCIAS Por: Adriana Navarro Almeida

Aún a riesgo de aparecer como oportunista o de no ocurrírseme de qué otra cosa hablar, me siento obligada a reflexionar sobre la situación de Alerta Sanitaria como la denominan las autoridades.
Si bien, todos podemos tener nuestro punto de vista acerca de si creemos o no en la existencia del virus A H1 N1, o sobre la intencionalidad o no de su aparición en el territorio nacional. Nos hemos visto tan apabullados con tanta información y con tanta desinformación que nos llega por tan diversos medios como, periódicos, noticieros televisivos o radiofónicos, por internet, por la plática con el amigo, el compadre, la tía el conocido que trabaja en sabe dónde y es una muy buena fuente; que de verdad me ha resultado en lo personal, difícil obtener mi propio punto de vista.
Sin embargo me he quedado atónita ante las actitudes del personal y de los alumnos en los centros de trabajo escolares. Ante todo creo que independientemente de mí opinión respecto a la situación, al pertenecer a una Institución estoy obligada y comprometida con cumplir y hacer cumplir las normas, sobre todo cuando se trata de cuestiones de salud, hábitos de higiene y de responsabilidades. De la puerta para afuera soy libre de actuar de acuerdo a lo que opino sobre la situación, pero de la puerta para adentro debo respetar y hacer que se respeten las condiciones de control sanitario que se nos marquen.
Trabajo en el nivel de Educación Superior, y al autorizarse el retorno al trabajo en las aulas me quedaba helada al ver a mis alumnos ingresar al plantel sin cubrebocas y mucho menos utilizarlo dentro del aula, al no ver que nadie de mis autoridades exigía dicha utilización y que los muchachos se justificaban con “yo recibí un correo donde dice que no es cierto, a poco usted sí se la cree maestra?”, me cansé de repetir salón tras salón que no importaba lo que yo pensara, pero que dentro de la Institución yo y ellos debíamos cumplir con los requerimientos de seguridad sanitaria. Pues no. Hablaba al espacio vacío y desierto de conciencia; pero eso sí, abonado con la lluvia de opiniones (muy respetables) de compañeros docentes que tampoco creen en la veracidad de la existencia del virus.
Yo me pregunto asombrada ¿puedo decir que estoy formando docentes realmente críticos y comprometidos? No, porque la crítica sin acción congruente no es más que palabrería. Yo puedo criticar la veracidad o no, pero trabajo en un medio que favorece el contagio y debo formar en conductas de prevención y cuidado de la salud. Me asustaba de imaginar a estos chicos trabajando en las escuelas primarias y diciéndoles a sus alumnos que no era cierto, y que desatendieran las indicaciones dictadas por la Secretaría de Salud y la propia Secretaría de Educación. H O R R O R.
Y error. Hoy las estadísticas nos demuestran que en nuestro estado los contagios no disminuyen, por el contrario aumentan. Nadie se la cree ya, y no hay medidas preventivas que se sostengan. Perdidos en una hoguera de vanidades que voy a ejemplificar, las acciones carecen de articulación y los esfuerzos se pierden y desgastan a quienes los realizan. Quienes deberían ejercer control, quieren ejercer poder o por el contrario no lo hacen hasta que llegue la cabeza autoridad de la escuela. Y si alguien señala alguna omisión se justifican con el consabido “yo que puedo hacer”, otro ejemplo; si existen tres filtros que deben cumplir su función para evitar el contagio y el 1° (papás) y el 2° (ingreso a la escuela), no detectan algún posible caso y el 3° (maestros en el aula) sí lo detectan y lo regresan al filtro 2, se enciende la hoguera y se molestan.
¿Cuándo seremos lo suficientemente maduros para trabajar en equipo y coordinadamente sin sentir que pierdo el protagonismo o sin que me asuste el tomarlo? ¿Cómo voy a formar en actitudes y valores de responsabilidad si no acato lo que me indican como normas preventivas? Y aclaro, no quiero decir con esto que reniego de todo lo escrito por mí antes, al contrario; puedo ser crítica, pero si los hechos están demostrando el aumento de contagios lo menos que puedo hacer es poner el ejemplo y cumplir con mi parte de responsabilidad.
Pero bueno, que se puede esperar cuando nuestro propio Secretario de Educación en el estado, al retomar las actividades escolares el 18 de mayo no se cansaba de repetir que no era obligatorio el uso del cubrebocas, a pesar de que la indicación de la Secretaría de Salud era de que en espacios cerrados con más de 10 personas era necesario su uso. Quizá y sólo quizá debió decir que no era necesario el uso de cubrebocas comprado, pero sí insistir en que se utilizaran los cubrebocas que se elaboraran en el propio hogar de los alumnos y los empleados de la Secretaría de Educación. Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, hoy, los contagios en las escuelas están siendo más y más frecuentes, hoy ya se instalaron de nueva cuenta los filtros al ingreso a las escuelas, hoy se vuelve a pedir el cubrebocas a los niños, hoy se saca de nuevo el gel antibacterial.

¡En fín! Que de influenzas y malas influencias nos cuide el cielo.

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