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9 de marzo de 2008

DE LA ÉTICA Y LA MORAL EN LA ESCUELA

Por: Adriana Navarro Almeida

Hablar de la ética y la moral me parece complicado pues cuando así sucede suele pensarse que terminaremos leyendo u oyendo un sermón. y, como no me gusta andar de predicadora sino es sólo con mis actos pues... se pone difícil.

Lo que sí puedo hacer es hablar de cómo concibo el terreno de lo ético en el espacio educativo y lo ético lo entiendo como el conjunto de valores que socialmente nos han resultado útiles para una convivencia más o menos tranquila entre seres humanos: PRIMERO EL RESPETO; Por mi trabajo, por mis alumnos, por mis compañeros y por la diferencia. SEGUNDO LA RESPONSABILIDAD; todo lo que hago o digo tiene consecuencias buenas o malas así, que hay que actuar con la certeza de que asumo las consecuencias. Responsabilidad, desde mi preparación académica, hasta planeación y evaluación de los procesos de enseñanza. Responsabilidad entonces ante el nombramiento que firmé de Maestro Catedrático. TERCERO TOLERANCIA, que es en el que más me aplico pues creo firmemente que es la base de la convivencia pacífica, respetuosa y responsable que podemos encontrar en el espacio educativo.

Por lo anterior puedo entablar diálogos con mis alumnos, con mis colegas y con mis autoridades dando y pidiendo eso mismo que otorgo, en el plano de la ética mi conjunto de valores me permite analizar un discurso y buscar la congruencia o no en las prácticas, y entonces buscar los canales adecuados para expresar lo que para mí no es congruente o apoyar el trabajo realizado. Las discusiones quedan en el plano intelectual, no en el de la afectividad, porque si se pasan a esa otra dimensión la tripa pudiera ganarle a la razón.

Que pura, casta y ascéptica sueno pero no, soy más cochambre que el que más, sin embargo, cuando no estoy en el espacio de lo privado me cuido mucho de no emitir juicios sobre, actitudes, conductas, apariencias o discursos que atañen el espacio de lo personal o privado. ¡Claro que me enferma ver a un maestro con pose de galán con las alumnas porque no me parece ético!. ¡claro que me enca…brita ver a una maestra de coqueta con alguien que no es su marido! ¡claro que no me parece apropiado el vestido rabón de aquella en un salón donde tiene mesa y no escritorio que le tape! Pero… Me callo. Corresponde a su esfera privada y mi moral podrá aplicar todo el rigor de su censura pero no tengo el derecho de emitir mis juicios porque me arriesgo a ser salpicada por la moral de otro, al que no tengo que explicarle la razón de mis actos.

Entonces, la moral me guía en mis actos cotidianos pero en el espacio educativo los aplico como normas éticas donde tengo las certezas de lo que no realizaré y de lo que seguiré defendiendo en la búsqueda de una enseñanza de calidad y responsable. Pueden no gustarme muchas situaciones, actitudes o discursos pero, si no alteran el desarrollo y la convivencia en y del espacio educativo, pues ni hablar, que mi moral se retuerza pero trabajaré en equipo aunque lo que viva el otro en lo privado no me parezca.

Creo entonces que hablar de ética y moral en el espacio educativo debe ser o deberá iniciar por el espacio individual. YO SOY ASÍ, ESTO SÍ HAGO, ESTO JAMÁS LO HARÉ. Pero subrayo el YO ya que no puedo ser la conciencia con patas de la esfera personal de los demás, sin embargo en el espacio educativo puedo hablar apoyada en la ética de un NOSOTROS, cuando comprendamos que en la escuela somos todos los actores los responsables de que los propósitos se cumplan independientemente de con quién y cómo me gusté dormir. Aunque como sentencia inquisidora puedo afirmar: No debe haber mucha diferencia entre como se vive lo público y lo privado porque si no está cañón hablar de congruencia.

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