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8 de mayo de 2007

LA PROFECIA ESTA LISTA

Por Ignacio Iván González Anaya
Maestro en Ciencias de la Educación por el ISIDM
Profesor Catedrático en la Escuela Secundaria Mixta N.- 2

Asesor de la Unidad Tlaquepaque de la MEIPE


¿Qué pasaría si una de mis manos decidiera ser autónoma y actuar por sí misma? ¿Qué efectos traería en mi organismo el que mis riñones se definieran como autónomos e ignoraran a los demás componentes de mi sistema? ¿Qué sucedería si el cerebro le cede el control del flujo de comunicación neuronal al hígado? Sin lugar a dudas creo que un organismo o sistema en el que sucediera esto entraría en una crisis “tremenda” de funcionamiento y desarrollo, e igual sería el pretexto para iniciar con un análisis que culmine con la comprensión de lo anterior.
El anterior ejemplo me sirve como analogía ubicada en las instituciones y es desde allí que me pregunto ¿en las instituciones que conocemos ocasionalmente sucede esto? Todos los que hemos trabajado en dichos espacios sabemos que “si”; que existen módulos[1] que en su búsqueda por detentar, controlar y distribuir los flujos de información como son los significados psicoemocionales y políticos terminan por desarrollar el fenómeno de la Entropía[2] y afectar al equilibrio y funcionamiento general del sistema.
¿Cuáles son las razones que generan esto? Hipotéticamente y solo de esa manera asumido, podría pensar que en algún momento de la vida institucional caracterizado por rituales de transición se perdió el sentido y definición de la misma. Si esto fuera cierto entonces bastaría con aclarar (no solo en el sentido conceptual sino también operativo) que las instituciones son objetos culturales constituidas en dos niveles: el concreto (en tanto su diseño, concreción, habilitación y organización reglamentada) y el simbólico (como estructura estructurante que produce y consume significados dirigidos a los procesos de identidad, reproducción social e interacción del colectivo, amén de lo político). Estos niveles son fundamentales en el surgimiento, operación, desarrollo y evolución de la organización laboral institucional, pues desde ellos se definen las líneas de comunicación, distribución y concentración de la información y sus líneas de conexión, así como la definición de los haceres en los espacios geográfico, imaginario y simbólico de la labor diaria remunerada.
¿Qué efectos trae lo anterior, en una institución? El dato empírico, el análisis reflexivo y la teoría, coincidirían en develar lo encubierto. Se vería que atrás de una supuesta normalidad anquilosante existe una tremenda desarticulación entre las partes del sistema, por la ubicación de centros de control, distribución y generación de información, superiores o paralelos al legitimado en el nivel concreto y simbólico, amén de una amnesia en la realización de las funciones de algunos módulos, configuradas en el terreno de lo colectivo-individual (o sea de las interacciones). En otras palabras lo que se genera es que las relaciones intersubjetivas (provenientes de sujetos que imponen sus configuraciones simbólicas a nivel de estructuras) se establezcan entre condiciones y posiciones sociales provocando cierto tipo de ligas y operando a nivel de lo simbólico (o sea se hacen grupos y se consumen significados paralelos a los de la institución, siendo que los significados deberían ser compartidos y construidos colectivamente y distribuidos desde la esfera central de toda institución) desarticulando el actuar conjunto y dejándolo a nivel de grupuscular.
¿Qué hacer para que las instituciones trabajen como un todo o sea de forma integral? A riesgo de equivocarme considero que lo fundamental sería redireccionar el poder (en estricto sentido entendido como el espacio de generación, distribución y consumo de los significados) hacia su espacio legítimo. Otra alternativa sería el ubicar las funciones de cada modulo que integra al sistema y compararla con una descripción fenomenológica (esto implica ubicar los haceres reales) para así obtener un diagnostico del por qué de las desarticulaciones y solo entonces poder legitimar los significados detentados por el poder y consumidos por los sujetos para entonces rearticular las acciones hacia un mismo fin. Otra mas es apostarle al Caos y entender que otro sistema surgira por un fenómeno de autopoiesis[3] o neguentropia[4] (pero entonces se deberá tener la capacidad para comprender las formas en que se reorientaran los flujos de comunicación para la concreción del poder y entender que los que lo detentaban finalmente caerán en otras categorías legitimadas desde otra lógica hegemónica).
Me parece que para que las instituciones operen de forma integral y relacional es necesaria la proximidad a la frontera (como espacio de creación colectiva de significados) y el inicio de la descentración del yo.















[1] Se entiende que los Módulos son conjuntos de elementos interactuantes entre si y que conforman un sistema (Leer la Teoría Sociológica de Niklas Luhmann).
[2] La Entropía es el proceso mediante el cual un sistema tiende a consumirse, desorganizarse y morir (Leer a Niklas Luhmann)
[3] Es una propiedad de los sistemas de producirse y organizarse a sí mismos, así como el “acoplamiento” de un sistema a su entorno (leer a Humberto Maturana y Francisco Varela)
[4] Es una fuerza que tiende a producir mayores niveles de orden en los sistemas (leer a Luhmann)

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