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8 de mayo de 2007

LA ATENCIÓN INTEGRAL EN LA ESCUELA

Por : Adriana Navarro Almeida
Lic. En Psicología
Egresada del ISIDM

Asesora de la Unidad Tlaquepaque de la MEIPE


Hablar de la atención integral de la escuela debería remitirnos de manera común a los docentes, directivos, asistentes, prefectos, auxiliares, etc.; a la misma imagen. Un mismo propósito. Donde revisar y conocer las características que nos son enumeradas en los perfiles de egreso de cada nivel educativo debería ser suficiente para entender que sólo trabajando de manera integrada se cumplirán. Sin embargo, en muchos casos no es así.

De nivel a nivel encontramos una gran desarticulación entre prácticas pedagógicas, y aun dentro de cada nivel tropezamos con prácticas burocratizadas que impiden dicha articulación integral ya sea entre academias de asignatura, de grado; entre los cuerpos docentes, prefectura, auxiliares, o gabinetes de psicopedagogía o asistencia educativa, los maestros de apoyo en atención a las necesidades educativas especiales, etc. Todo esto se contrapone a lo que como estudiantes de cualquier normal se revisó en cuanto a las diferentes esferas del desarrollo humano: cognitiva, afectiva, motora, de lenguaje y social, que requieren de un aprendizaje integral para lograr el desarrollo en cada una de las etapas.

Desde la visión de la corriente sociohistórica y retomando al ahora famosísimo Vigotski, podemos plantear que sin un aprendizaje adecuado potenciador de las zonas de desarrollo próximo, no lograremos el aprendizaje esperado en cada una de las etapas de crecimiento y no podemos poner el acento en sólo una de las esferas. No habrá un adecuado desarrollo cognitivo, al que parece que los docentes y la enseñanza escolarizada damos más peso, si no atendemos los aprendizajes que deberán darse en las otras esferas. Desarticuladamente y como caballos de calandria sólo observamos el camino delante de nosotros, llámese mi grado o mi asignatura, o mi descripción del puesto en mi nombramiento, docente, prefecto, pedagogo, director.

El faro que nos deberá orientar, más allá de la hoguera de las vanidades de cada grupo de actores educativos, será la discusión, análisis y crítica de los propósitos educativos que conformarán las características, competencias, actitudes y conocimientos que deberán poseer nuestros alumnos al egresar del nivel educativo que cursen. La escuela articulada en dicha misión, deberá facilitar la comunicación menos burocratizada entre actores y corresponderá a los encargados de cada equipo de atención a los alumnos ejercer un liderazgo psicopedagógico que haga fluir los canales de integración para la consecución del propósito educativo.

Sólo siendo críticamente responsables y comprometidos lograremos dicha misión y el alumno podrá quizá sentirse verdaderamente acompañado en su proceso de aprendizaje y no sólo como mono de feria que baila al son que le toquen, para sobrevivir a su paso por las escuelas. Cuando los alumnos se aburren en la escuela, cuando ésta no trabaja para “atrapar” al alumno, nos encontramos con el bajo aprovechamiento, los problemas de conducta, la reprobación y la deserción.

Pongamos entonces el acento en lograr ser una atractiva red para el aprendizaje, el disfrute y el crecimiento de nuestros alumnos a partir de una atención integral de sus necesidades y no desde nuestras limitaciones, pedagógicas o espirituales. Nos facilitaríamos el trabajo, o no?

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