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3 de septiembre de 2010

Las NTIC y los enfoques educativos.

Las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación) representaron en sus inicios un “boom” que sacudió las actividades empresariales, gubernamentales y sociales hasta el momento en que éstas fueron re-pensadas, reformadas y modernizadas al utilizar como soporte los avances tecnológicos, particularmente el internet.

La Educación no se encuentra al margen de esta reformulación; y los sistemas e instituciones educativos se han valido de las NTIC para generar programas de formación profesional en diversos ámbitos. Tal ha sido la influencia de la tecnología en el campo educativo que hoy se habla de un nuevo término para referirse a los procesos educativos que tienen como sello el uso de las NTIC: e-learning.

En las próximas líneas intentaré esbozar las consideraciones a realizar utilizar la tecnología en los procesos formativos.

Lo primero que habría que decir es que las NTIC no son privativas de una modalidad educativa determinada o de un enfoque pedagógico. No se puede decir entonces que el uso de la tecnología en un proceso de formación implica necesariamente que tal proceso es “progresista” o de “avanzada”; o que los aprendizajes obtenidos son significativos; en ese sentido entonces, la tecnología y los procesos educativos sustentados en ella necesariamente están relacionados con el enfoque y las políticas educativas. Así pues, sentado este precedente, se debe decir que en cualquier modalidad educativa, en cualquier programa de formación es posible utilizar la tecnología.

Sin embargo, para utilizar la tecnología en los procesos de enseñanza, es necesario que se defina o identifique cuál es el enfoque educativo con el que se trabajará o en el que se pretende insertar, pues los materiales educativos que posibilite la tecnología o que se digitalicen y la función del tutor, han de ser congruentes con aquél.

En un enfoque tradicional, en el que la prioridad es la transmisión de conocimientos puesto que el aprendizaje es la asimilación de los mismos, los materiales por muy modernos que sean se circunscribirán a presentar y a recuperar información; igualmente, la función del profesor será la de verificador de que la información devuelta por el aprendiz sea la correcta.

Desde la óptica conductista, en la que el “hacer” es importante y los estímulos y la retroalimentación son la clave para lograr el” hacer” específicamente como se expresa en los objetivos programáticos, la inclusión de la tecnología tenderá a propiciar que los materiales de estudio sean cada vez más efectivos transitando hacia la estandarización con el fin de asegurar la consecución de las conductas pretendidas en cada uno de los individuos independientemente del contexto en el que se encuentren y sin considerar las historias personales y culturales de cada uno de ellos.

Si se conceptualiza el aprendizaje como un proceso individual de construcción en el que el profesor juega el papel de facilitador para que esa construcción tenga lugar, entonces, el uso de la tecnología en un enfoque así, deberá propiciar la interacción entre aprendices y profesor. Los materiales de estudio y aprendizaje rebasarán la calidad de documentos informativos y de recuperación; plantearán, por el contrario, situaciones y ayudas para que el estudiante conforme a su propio proceso haga suyo el conocimiento.

Pensando desde una perspectiva crítico-dialógica en un sistema de formación con uso de tecnología, habrá que acentuar las interacciones grupales, los debates, la construcción y búsqueda colectiva, por tanto no se podría pensar en materiales de estudio estandarizados o en actividades puramente individuales. Se tendrán que propiciar encuentros entre profesores y alumnos, mediante herramientas específicas para ello, estaríamos hablando de tecnologías de lo que se ha llamado la Web 2.0.

Así pues, he de concluir diciendo que la inserción de la tecnología en los procesos educativos no es una acción tecnológica, sino ante todo, una acción educativa que tendrá sentido si se enmarca dentro de una estrategia educacional clara y definida. El apasionamiento a priori por la tecnología y su inserción asistemática en la educación sólo conduce a fracasos que impulsan al “mejor malo por conocido, que bueno por conocer”.

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