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22 de abril de 2008

DE DISCRIMINACIÓN Y GÉNEROS ESCINDIDOS. Por: Adriana Navarro Almeida

Mucha gente piensa (y se piensa) que en México no existe la discriminación, que no somos racistas… nada más lejano de la realidad. Desafortunadamente ejercemos la discriminación de manera tan natural que por eso nos cuesta trabajo identificarla, que si “has patria mata un chilango”, “no seas indio”, “que mongol”, “aquí no es tu rancho”,etc.

Y en el ámbito educativo no se diga, discriminamos como maestros al momento de etiquetar a nuestros alumnos como el burro, el relajiento, el sucio, el majadero, la coqueta y buscona, la marimacha y desafortunadamente más etc. Tan es así que la integración educativa en educación básica ya lleva más de 10 años y no termina de consolidarse y los alumnos con necesidades educativas especiales no terminan por ser aceptados, educados y atendidos en las escuelas regulares.

Sin embargo como madre de todas las discriminaciones se tiene a la discriminación de género; sí, es la primera pues de ahí se desprenden las otras. Ejemplos? Para conquistar y dominar un pueblo a otro lo primero es violar a sus mujeres para que puedan parir a sus descedientes. En educación básica la mayor parte de la planta docente son mujeres y los representantes sindicales? Varones. No estoy hablando por hablar ahí están las estadísticas, pero no es la cuestión de número lo que importa, sino los hechos y actos que no terminan por cuajar en la equidad laboral.

La discriminación de género está tan arraigada y tan vivida como natural y normal aún dentro del espacio femenino que en ocasiones las menos concientes y más reacias a cambiar somos las mismas mujeres. Seguimos educando a nuestros hijos, a nuestros alumnos y a nuestra sociedad en dicha discriminación. Y lo peor, muchas ocasiones los peores enemigos de las mujeres somos las mismas mujeres. Nos desgarramos en la competencia laboral (y hasta existencial) en enfocar las cargas en contra de cómo se viste aquella, cómo habla, con quién se junta y con quién se acuesta, más allá de analizar qué hace, cómo lo hace, lo puedo hacer mejor? pero no para destrozarla sino para superarme a mí misma.

Educar en contra de la discriminación de género no significa educar en contra de los hombres, sino en lograr la equidad en las oportunidades de vivir y disfrutar todas y cada una de las esferas de la vida, no es hacer lo que ellos hacen o nos hacen, no es demostrar que también yo puedo, es buscar el equilibrio ya que en la discriminación de género también los hombres han salido perdiendo. Qué si mueren a edad más temprana, que si presentan mayor número de ataques al corazón, que si no saben qué son y cómo son los hijos, etc. . La discriminación no es justa para nadie. Todos somos humanos y compartimos características iguales y diferentes que nos vuelven complementarios, no superiores a otros.
Eduquémonos primero en ver las diferencias, en conocerlas, respetarlas y tolerarlas, para luego educar a nuestros alumnos en la tolerancia y el respeto.

Recuerdo que una maestra me comentaba que ella fomentaba la equidad de género haciendo que sus alumnas pasaran siempre primero al salón y fueran las primeras en salir. “Eso también es discriminación” le conteste. “Equitativo sería que fuera una vez cada uno, no?” Así que respetadísimos representantes del género masculino y admiradísimas representantes del género femenino, unámonos que el enemigo está afuera. La discriminación que nuestro sistema económico-social nos marca es el enemigo a vencer; que no nos construyan cortinas de humo en desgarrarnos la vida en la lucha entre mujeres y hombres, los enemigos son ellos, los grupos hegemónicos

El sistema neoliberal quiere mujeres “liberadas” para que sean más explotables y productoras de capital pero, al mismo tiempo les exige que sigan cumpliendo con las responsabilidades de ama de casa y educadora sin sueldo; pues si no, los hijos le salen descomponedores y respondones a dicho sistema. Creo –salvo su mejor opinión-, que cada uno debe definir qué quiere para sí y para su vida, pero tratando de ser su propia imagen y no la que le marquen a seguir. Educar en contra de la DISCRIMINACIÓN cualquiera que sean sus manifestaciones es tarea más que obligatoria de quienes ejercemos la docencia, porque para desarrollar competencias en la vida debe haber congruencia entre el saber, el hacer y el ser. Sobre todo el ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como docente tambien soy presa de la discriminación por parte de las autoridades Educativas o de los jefes inmediatos.
Gracias por escribir lara leer y por preocuparse por el lado humano de las personas.

Anónimo dijo...

Coincido con las ideas publicadas en este articulo y ademas agrego que no solo debemos preocuparnos por si estamos discriminando, sino tambien por si somos discriminadas ya que muchas de las veces como decia Adriana ni siquiera nos damos cuenta y nosotras mismas propiciamos que se siga dando esta discriminacion que esta muy arraigada, que la sociedad nos impone, es dificil tomar conciencia de ello. Por un lado buscamos la equidad de genero estudiando, superandonos como profesionistas y se dice que hay equidad pero me pregunto de verdad hay equidad? si a parte de cumplir con nuestra responsabilidad como profesionistas tambien debemos llegar a casa y cumplir con la responsabilidad de ser amas de casa,madres, etc. y con esto quien nos ayuda? de verdad hay equidad? y esto es solo un ejemplo.
Por otro lado, la equidad tampoco consiste en estar en contra del sexo masculino, tambien a veces en esa lucha por la equidad realizamos actos de discriminacion creyendo que apoyamos la equidad, por ello debemos tener muy claro en que consiste la equidad de genero, que no es ponerse en contra de los hombres, sino analizar las semejanzas y las diferencias de hombres y mujeres y actuar con base en ello, porque de otra forma solo estamos cambiando los roles del discrinador por el discriminado.
Gracias.
Son muy interesantes los escritos publicados.